Atrás han quedado viejos paradigmas en los que se imponía que el único modelo de familia funcional era el formado por una mamá y un papá. Hoy todos entendemos que las familias tienen muchas formas, todas válidas siempre que exista amor y cariño.

Por eso hoy entendemos que la soltería no tiene porqué ser un impedimento para tener hijos, para formar una familia. Son muchas las mujeres que toman la decisión de ser madres solteras, en muchos casos sobreponiéndose a posibles inconvenientes sociales, económicos o profesionales (por fortuna, cada vez menos).

En España, cada año más de 1.500 mujeres sin pareja acuden a la reproducción asistida para conseguir ser madres. Según datos de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), el número de tratamientos de fecundación in vitro a mujeres solteras entre los años 2016 y 2020 se dobló. La previsión es que estas cifras sigan creciendo, gracias a que la medicina reproductiva es más accesible y ofrece mayores garantías.

Como sucede con el caso de los hombres, algunas de estas mujeres se centran en su carrera laboral y, cuando se sienten preparadas para ser madres, puede que no tengan pareja. Otras sencillamente no han encontrado a la persona adecuada para formar una familia. Algunas directamente optan por la soltería por voluntad. Puede haber muchos motivos. Pero lo verdaderamente importante es que, llegado el momento, la decisión sea tomada en libertad, por deseo propio y no por presiones sociales. Es la mujer la que decide si es el momento para tener un hijo o no.

Con independencia de que exista una figura paterna o no, la realidad es que entre una madre y un hijo siempre se crea un vínculo único. Un vínculo que suele ser más intenso cuando mamá ha hecho de papá al mismo tiempo. Además, en el aspecto práctico, hoy en día no es necesario contar con pareja para enfrentarse a las responsabilidades de la crianza.


¿Qué tratamiento requiere una mujer soltera para quedarse embarazada?

Dependerá de ciertos aspectos médicos relacionados con el estado de su fertilidad. En caso de que ésta sea óptima, se puede realizar una inseminación artificial con semen de donante. Un tratamiento muy sencillo que consiste en depositar directamente los espermatozoides en el útero de la mujer a través del instrumental adecuado.

En caso de que en consulta encontremos condicionantes como una escasa reserva ovárica, mala calidad ovocitaria u otros, se puede optar por una FIV-ICSI, que consiste en extraer los óvulos y fecundarlos el laboratorio con semen de donante para posteriormente introducir el embrión resultante en el útero.

También es recomendable que si una mujer tiene claro que va a querer ser madre en el futuro (o por lo menos no cierra la puerta a ello) y va cumpliendo años, se plantee realizar una preservación de su fertilidad; un tratamiento en el que vitrificamos sus óvulos para utilizarlos más adelante, cuando ella quiera.


¿Y el donante de semen?

Es importante que sepas que, en nuestro país, la Ley indica que la donación de gametos (óvulos o espermatozoides) tiene carácter anónimo. Eso significa que no puedes elegir al donante. Su elección corresponde al equipo médico que aplica el tratamiento. Éste garantiza que sus características tengan la máxima similitud con las características físicas de la futura madre. Se tienen en cuenta la altura, peso, color de ojos, piel y pelo, textura del pelo (ondulado, rizado o liso) y el grupo sanguíneo.


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