El término FIV (Fecundación In Vitro) ha llegado a calar hondo en la sociedad. Pero lo cierto es que desde hace un tiempo la técnica que se utiliza para realizar una FIV ha cambiado, pasando a desarrollarse el ICSI. Te explicamos qué es.
En la FIV tradicional se realiza una estimulación hormonal en la mujer para obtener óvulos. Estos se depositan en una placa de cultivo con la muestra de semen previamente capacitado, para que se dé el proceso de fecundación natural. Una vez fecundado el óvulo, se implanta en el útero para conseguir el embarazo.
Esta técnica ha ido cayendo en desuso, siendo sustituida por la Microinyección Intracitoplasmática de Espermatozoides (ICSI, por sus siglas en inglés), con unas tasas de embarazo mucho mayores.
Suele utilizarse cuando existen factores importantes que impiden el embarazo y es especialmente recomendable cuando hay infertilidad masculina, ya que para llevarla a cabo no es necesario que el espermatozoide se mueva. En lugar de dejar que la fecundación se dé en la placa de cultivo, nuestros biólogos eligen al mejor espermatozoide de la muestra seminal y lo introducen en una microaguja para después inyectarlo al interior del óvulo.
En iGin es siempre la técnica que se usa en las FIV, obteniendo con ella una tasa de éxito del 79% por ciclo.